“Cuando mi esposo se quedó sin empleo evaluamos qué íbamos a hacer. Él dijo entonces, pues de hambre no nos vamos a morir y como sabía algo del arequipe porque trabajó varios años en una fábrica, pues iniciamos. No fue fácil pero tampoco imposible, empezamos a vender de casa en casa y, ahora, ya tenemos nuestra empresa constituida”. Con estas palabras, Ana Beatriz Castro cuenta cómo empezaron su emprendimiento junto con su esposo Humberto Ramírez, primero en Venezuela y luego en Colombia, país al que llegaron luego de verse obligados a salir del suyo.

El nombre de la empresa “Lácteos Memín” y que funciona desde el año 2005 en el municipio de Acacías, Meta, se inspiró en su nieto Benjamín, al que le dicen de cariño “Memín”. Primero pensaron que iba a ser provisional, pero con el tiempo se convirtió en la marca del negocio gracias a la aceptación que tuvo en la comunidad y, “ahora hasta a nosotros nos dicen Memín. Tenemos 40 años de casados y seguimos juntos, aportándole lo más bonito de nosotros a la sociedad”, afirma Ana.

Las dificultades no han sido un obstáculo. Ni cuando perdieron su mejor contrato con Francia porque el INVIMA les demoró el registro, ni cuando tuvieron que abandonar su país para empezar de cero en tierras extrañas con una estufa prestada y cinco botellas de leche. Al contrario, “Lácteos Memín” ha convertido cada crisis en una oportunidad, siempre basados en una alta calidad de su producto.  Precisamente, esto es lo que más les alegra a sus fundadores, cuando las personas prueban su arequipe y les dicen que “nunca habían probado alto tan rico”.